miércoles, 13 de julio de 2011

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    Soy residuo de hábitos prohibidos, Del rito cruel, del horizonte escaso, De las viejas costumbres, del ocaso, De cultos hostigados y vencidos. Memoria soy de todos los olvidos, Aborto de la noche y del fracaso, Camino que se pierde a cada paso, Refugio de los ídolos caídos. Soy ráfaga, perpetuo movimiento, Rescate de tu cuerpo a la deriva, Exilio de tu sangre y de tu aliento. Soy sombra que te aguarda fiel, lasciva, Serena en la quietud de tu aposento, Soy tu amante celosa y posesiva. Me llamas a tu lado, compañera, Y bordas en la noche mi fracaso Con letras de perfil turbio y escaso Que dicen la verdad de mi quimera. Me eximes de la duda y de la espera, Me evitas la agonía en el ocaso, Me obligas a beber el postrer vaso, Me pides sumisión fiel y sincera.

    A un paso del adiós definitivo, Depongo entre sudor mis armas rotas, Se cuentan a millares las derrotas De mi cuerpo lacerado y fugitivo. Sé que es tu último dardo y no lo esquivo, La bestia que hay en mí se vierte en gotas De estiércol que asimilas, y allí brotas Con rostro vigilante y gesto altivo.

    No me asusta la noche que atravieso, Ni el viejo corazón que ya no late, Porque hoy sé que mi destino era el regreso. Heridos por los años y el combate, Mis labios se refugian en un beso, perpetuo Como el sueño que me atrae. En el círculo eterno no hay mitades: Eterno es el morir que te libera del cuerpo, Vanidad de vanidades.

    Se deshace en ausencias el presente, Y el voraz apetito de lo sido Tolera algún desgarro en el olvido, Cual demonio insidioso e indulgente. He aprendido a ceñir olvido Y sólo quiero seducir A la noche que me abraza...