En la estirpe carga de una vida florecida,
Y la sombra reflejada en cada agua cristalina,
Es el brillo de mis ojos como perlas mal heridas.
Y te ofrezco cada espacio de mi trémula madera,
Que respira de las sombras tus perfumes de pasión,
Y despide como llanto todas hojas venideras,
Para mandar con el viento a tu otoñal aceptación.
Se van, y sabios se visten de oro mis sentires,
Como sangre de los soles que se tiñen por tu piel,
Y terminan siendo alfombra de los oros mas sutiles,
Derramasen a tu paso, sangre y canticos de miel.
Hay roses blancos del viento en mis pieles,
Y huye tranquilo con sangre de oro en sus venas…